Terapia Miofascial

No es posible mantener un cuerpo saludable sin que exista un sistema fascial saludable.

El sistema fascial del organismo forma una ininterrumpida red que, de diferentes modos, controla todos los componentes de nuestro cuerpo. 

Cuando se aplica la terapia miofascial, se actúa sobre el sistema fascial, que constituye un conjunto fibroso (rico en colágeno) que recubre, y penetra todos los músculos, huesos, articulaciones y estructuras del cuerpo humano para unificarlo. Entre las principales funciones de la fascia se encuentran la de proteger estos tejidos de posibles impactos o lesiones, así como la de informar al sistema nervioso central de la posición, movimiento y el estado general del cuerpo.

Nuestro sistema miofascial debiera encontrarse en un equilibrio funcional para asegurarle al cuerpo el desenvolvimiento óptimo en sus tareas. La presencia de restricciones del sistema fascial y de su estructura interna crea incomodidades que interfieren con el movimiento funcional apropiado de todos los sistemas corporales. El sistema fascial puede encontrarse en una excesiva tensión o puede estar demasiado distendido; en ambas situaciones, la función corporal queda afectada.

¿Cuándo aparecen estas restricciones?

Un cambio estructural de la fascia puede provocar disfunciones miofasciales, que interfieren notablemente en la calidad de vida del paciente, ya que provoca molestias y dolores.

Las causas de la aparición de estas disfunciones pueden ser diversas. Destacamos algunas:

• Malos hábitos posturales.

• Inmovilización prolongada local o global (encamamiento, yesos, etc.)

• Trauma repetitivo: exceso de uso o mal uso (higiene postural y dinámica en el trabajo, ejercicio mal ejecutado, exceso de ejercicio, sobrecarga tras una competición, …)

• Traumatismos: golpes, caídas, …

• Problemas derivados tras la recuperación quirúrgica.

• Nutrición inadecuada, intolerancias, ingesta de tóxicos,…

• Causas emocionales relacionados con el estrés